Prueba realizada por Gaby Esono
Antiguamente, una marca con la tradición de Maserati necesitaba pocas presentaciones. A pesar de que no todo su prolífico siglo de historia ha sido un camino de rosas, su dilatada trayectoria en competición siempre ha permitido a esta marca gozar de un caché que la distinguía entre los constructores más distinguidos.

Un claro de ejemplo de ello es el nuevo Maserati Ghibli, de momento la última creación de la firma del tridente a la espera del Maserati Levante (futuro SUV de lujo, previsto inicialmente para 2014 pero que finalmente se pospuso a 2016).

¿Qué sentido tiene para Maserati ofrecer una berlina de menor tamaño que el Quattroporte? Fácil: para que quepa en la plaza de garaje de sus clientes. Parece una broma, pero no lo es. Aunque tengas tu propia casa, a veces no resulta sencillo disponer de espacio para albergar un automóvil de más de 5,2 metros de longitud. Y así, como quien no quiere la cosa, el abanico de clientes potenciales que por tamaño –y por precio, no nos engañemos- nunca se habrían parado ante el escaparate de un concesionario Maserati, ahora ya tienen un pretexto para entrar en la exposición.


[/tab] [tab name=’Al volante del Maserati Ghibli’]
Decía en la Intro que Maserati necesitaba explicar que el recorte de longitud del Maserati Ghibli (4,97 cm, 29 cm menos que el Maserati Quattroporte) no restaba un ápice del carácter que se le supone a cualquier modelo de la marca.



Aunque no es el más poderoso de los motores de esta categoría que nos podemos encontrar (un BMW 535d, con la misma cilindrada, llega a los 313 CV y 630 Nm), cuenta con la ayuda de un turbo de geometría variable que favorece una respuesta muy contundente desde bajas vueltas. O quizá fue el sonido producido por el sistema Maserati Active Sound, que hace que te olvides que lo que estás conduciendo es un diésel.
![]() |
![]() |
![]() |
Fuera una respuesta real o un poco imaginado por lo estrecho de la carretera, lo cierto es que al pisar el pedal derecho las aceleraciones son instantáneas y el límite se intuye muy lejos. Ahora bien, aunque se ha hecho un buen esfuerzo por aislar las vibraciones, y a pesar de que el cambio automático ZF AT8-HP70, con 8 relaciones y levas en el volante, es todo un prodigio de rapidez y suavidad, eché de menos un poco más de finura en el funcionamiento del conjunto motor-transmisión.



[/tab] [tab name=’Al volante del Maserati Quattroporte S’]
El recorrido con el Maserati Quattroporte S fue de unos pocos kilómetros por autovía. Realmente no hicieron falta más, porque de lo que se trataba de ver en este caso era la diferencia entre el motor diésel y el motor V6 biturbo de gasolina, el mismo para las versiones S del Ghibli y el Quattroporte.

El nuevo V6 comparte, explican desde la marca, la mayoría de sus componentes con el V8 original, y sus 3,0 litros de desplazamiento le bastan para entregar unos muy respetables 410 CV de potencia a 5.500 rpm y 550 Nm de par motor entre 1.750 rpm y 5.000 rpm.

Y si en el diésel ayudaba, el estruendo (así lo recuerdo yo…) de sus 6 cilindros emociona casi tanto como las detonaciones al acelerar a fondo –cuando digo a fondo, quiero decir pie a tabla…) y vamos subiendo marchas una tras otra. Impresionante.

Pues Maserati tiene nombre, pero si encima lo decora con una solución sonora como la de este propulsor biturbo, para qué le vamos a pedir nada más.
[/tab] [end_tabset]


