Tras el Citroën C-Zero, clon del Mitsubishi i-MiEV, la firma gala ha preferido tirar de nostalgia para la creación de su segundo turismo eléctrico de serie. El nombre del nuevo Citroën E-Mehari señala que este coche eléctrico es algo más que una mera evocación de aquel peculiar descapotable de carrocería de fibra de vidrio creado en 1968.
Aunque estéticamente el pequeño (3,81 metros de largo) Citroën E-Mehari tiene más en común con el actual lenguaje de diseño de la marca de los dos chevrones que con el modelo original, su concepción de carrocería abierta y desprovista de paneles de aspecto metálico a la vista entronca directamente con la filosofía orientada al ocio que hizo tan popular a su predecesor. Más incluso de lo que podría parecer a primera vista.
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Su carrocería alberga cuatro auténticas plazas, las traseras reclinables con lo que el maletero pasa de 200 a 800 litros de capacidad, mientras que su estructura sobreelevada, propia de un crossover, debería permitir hacer ciertas incursiones por pista sin mayores problemas. Está por ver si el público está preparado para aceptar este modelo, pero a priori la sensación es que Citroën ha atinado más de lo que lo hizo en su día con el C3 Pluriel.
Otra cosa es la propulsión eléctrica, fruto en esta ocasión de la colaboración con el Grupo Bolloré, especialistas en baterías. Suyo es el acumulador seco LMP (Lithium Métal Polymère) de 30 kWh de capacidad, que se distingue por su elevada densidad energética y por no sufrir ante los cambios de temperatura. Se encarga de alimentar un motor eléctrico de 50 kW (65 CV) de potencia máxima y 35 kW (46,7 CV) de potencia nominal.
Con esta batería, el Citroën E-Mehari cuenta con una autonomía de 200 kilómetros en ciclo urbano (100 km en el extraurbano) y una velocidad máxima de 100 km/h. Se recarga por completo en 8 horas con una toma de 16A, y en 13 horas si recargamos en un enchufe doméstico.
