Prueba Volkswagen Polo GTI: cuidado que muerde

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Prueba realizada por Roger Escriche

El tiempo corre como un poseso y ya se cuentan 25 años entre este Volkswagen Polo GTI y ese primer Polo GT G40 1.3 de 115 CV, un modelo que no llegó al mercado español hasta su restyling de 1990 con los faros cuadrados. En tantos años ha pasado de todo, pero lo más curioso es que la configuración básica de esa primera versión y la actual no difieren tanto como podría parecer, aunque el Polo GTI de las fotos se encuentre a años luz en tecnología, seguridad y eficiencia.

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Todo vuelve, pero de otra manera. Si damos un pequeño repaso a los rivales del Volkswagen Polo GTI veremos con una claridad meridiana los derroteros por los que transcurre el particular mundo de los utilitarios con vocación deportiva hoy en día. La primera señal importante es la defunción definitiva del Renault Clio Sport como lo conocíamos hasta la fecha, es decir, con un motor atmosférico de 2,0 litros. Se terminaron los atmosféricos, y por ahora no se los espera de vuelta.

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En un ejercicio obvio de downsizing, los fabricantes van optando por bloques sobrealimentados y más pequeños, de los que han conseguido extraer cifras de potencia que rondan los 180 CV y que, a priori, tienen que ser más frugales en cuanto a consumo y también más accesibles. En el Grupo Volkswagen, el SEAT Ibiza Cupra calca casi todos los datos técnicos del Polo al igual que el Skoda Fabia RS menos el de la casilla final, el del precio. El Audi A1 1.4 TFSI todavía sube un poco más arriba, y además aventaja al de Wolfsburg en 5 CV.

Fuera del Grupo Volkswagen, la tendencia es emplear un bloque de 1,6 litros como el THP de 203 CV del Citroën DS3 Racing, el 1.6 Turbo con 192 CV del Opel Corsa OPC, o la completísima oferta en carrocerías del Mini Cooper S, todas con el 1.6 de 184 CV. La única marca que iguala a Volkswagen en downsizing es Alfa Romeo, que ha colocado el 1.4 TB MultiAir de 170 CV al MiTo Quadrifoglio Verde.

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Si alguien quiere lucir las siglas GTI en el portón del maletero puede hacerlo libremente, pero a cambio tendrá que montar algo más que un motor cualquiera debajo del capó. Hace falta que ese motor tenga ímpetu y transmita poderío, y eso, en Volkswagen, lo tienen bastante claro desde hace unos cuantos años. La cuestión aquí es qué tipo de poderío transmite.

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De entrada tenemos un 1.4 TSI de inyección directa de gasolina y sobrealimentación por turbo y compresor cuyo sonido se ha afinado para dejar claro que muerde. Esta configuración técnica anticipa disponibilidad de par motor a lo largo de todo el cuentarrevoluciones, aunque precisamente la entrega en la parte baja no sea brillante, sin ser desde luego mala.

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A medida que vamos evolucionando por la esfera negra las cosas se van poniendo cada vez más interesantes hasta que, cuando la aguja supera la vertical y empieza a descender hacia a derecha, nos topamos con todo lo bueno y lo mejor. Auténtico carácter. Los 180 CV hay que ir a buscarlos a las 6.200 rpm y en realidad los 250 Nm de par máximo no llegan hasta las 4.500 rpm, así que un gran aplauso para un motor de los que nos harán divertir de verdad.

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Para alcanzar los 100 km/h en 6,9 segundos, además, tenemos un aliado perfecto: el cambio de doble embrague DSG de 7 velocidades con levas en el volante al que no me atrevería a calificar sino con elogios. La combinación de ambos, el escalonamiento de las relaciones y la rapidez y limpieza del conjunto dan ganas de conducir sin parar hasta que se agote el combustible.

Para ello, para agotar el combustible, Volkswagen no nos lo ha puesto fácil, porque el Polo GTI engulle gasolina a un ritmo bastante razonable si tenemos en cuenta los 180 CV disponibles debajo del pedal. Añadir un par o tres de dígitos a los 6,0 l/100 km que declara el fabricante en conducción combinada sigue arrojando datos de consumo muy racionales.

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Después de constatar el carácter cómodo y aposentado de las versiones más básicas del Volkswagen Polo, teníamos algunas dudas sobre dónde sería capaz de llegar esta versión GTI en cuanto a dinámica. Porque una cosa es un utilitario pensado para desplazarse entre algodones por la ciudad, y otra muy diferente un GTI. O así tendría que ser.

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La respuesta a esta pregunta se disipó muy rápidamente, por fortuna. El Polo GTI nos ofrece un carácter único no solo respecto a sus hermanos de gama, sino también si vamos un poco más allá y nos dirigimos a la oferta de Volkswagen en segmentos superiores. En la primera variable, porque esa amabilidad de las versiones básicas del Polo se convierte aquí en carácter. En la segunda, porque frente al comportamiento impecable pero poco provocador del Golf , el pequeño Polo GTI es un alborotador.

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Tenemos entre manos un coche de reacciones vivas –eje trasero incluido- y muy divertido de conducir. Es una distancia entre ejes menor y un equipo de suspensiones específico rebajadas en 15 mm, pero también a un inferior peso. Sus 1.194 kg totales rebajan en 145 kg el peso de Golf GTI DSG, y en 157 kg el del Golf GTD DSG, que además tiene 10 CV menos.

De todas formas, las suspensiones del Polo GTI no lo convierten en una piedra ni nada por el estilo, sino que se mantienen en la órbita de la firmeza agradable que tan estudiada tiene el Grupo Volkswagen. Los neumáticos de 215/40 en llanta 17 y el equipo de frenos nos han parecido debidamente dimensionados a las prestaciones del coche y actúan siempre como nuestros aliados, sin que tengamos que preocuparnos de ellos.

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El puesto de conducción y en especial los asientos delanteros son excelentes, y además tienen la misma tapicería que la del Golf GTD, que ya es un punto a favor. El buen tacto y los ajustes de calidad característicos de la firma alemana solo se pierden si hurgamos concienzudamente en zonas recónditas como el maletero, que además sale bastante mal parado si lo comparamos tanto con el resto de la gama Polo como con sus hermanos de plataforma en otras marcas, el SEAT Ibiza y Skoda Fabia.

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Los 185 litros que nos ofrece esta variante GTI están demasiado lejos de los 280 litros que tenemos disponibles en el resto de gama, aunque aquí disponemos de serie de una banqueta trasera dividida y el aspecto de los asientos plegados es mucho mejor que en las versiones más básicas del utilitario de Volkswagen.

Por el resto, la sensación de calidad es la que impera. Un poco por delante del maletero, por ejemplo, los asientos traseros, nos han parecido realmente cómodos y envolventes. Como suele pasar en los coches de este segmento, dos asientos laterales envolventes tienen como resultado un asiento central más bien incómodo, pero nos da la sensación de que Volkswagen ha ido por el camino correcto en este sentido, tratándose de una versión GTI cuyo cometido no es precisamente la habitabilidad.

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El equipamiento interior que se nos ofrece de serie no es para tirar cohetes, pero tiene lo necesario además de todo el despliegue de detalles específicos GTI que, como es también previsible tratándose de un Volkswagen, consiguen combinar la deportividad y a su vez retienen ese punto de elegancia que distingue al Polo del resto de propuestas parecidas en su segmento.

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Al Volkswagen Polo le ha sentado de maravilla esta versión GTI. Frente al pragmatismo que reina entre sus hermanos de gama, esta es una variante con personalidad, divertida y muy poderosa. Tanto, que en las manos apropiadas le podría sacar los colores a más de un Golf con las siglas GT luciendo en el maletero. Eso sí, el camino sería bastante más movido para el conductor del Polo…

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Los 23.500 € que habrá que desembolsar por este GTI lo sitúan en la parte alta de la horquilla de precios en su segmento y nivel de prestaciones, pero esto es un Volkswagen de pies a cabeza y las cosas van a seguir siendo así durante muchos años.

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Aunque el nivel de equipamiento básico es bueno, como suele ser habitual habrá que rascarse un poco el bolsillo para tener alguno de los pocos elementos que han quedado fuera de esta versión tope de gama. Cuestiones como el navegador (965 €), la tapicería de cuero (920 €) o el techo panorámico practicable (800 €) han quedado fuera. Dentro ha quedado todo el acabado específico de la carrocería, a medio camino entre la elegancia y la deportividad, y otra cosa todavía más importante: su espíritu GTI.

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