El motor V8 del Bentley Mulsanne

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Crewe (Reino Unido).-La firma británica no está dejando absolutamente nada al azar en el lanzamiento de su próximo buque insignia, el Mulsanne, con el que vuelve a elevar los estándares del lujo y el refinamiento en el automóvil.

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Ahora bien, las exquisitas sensaciones que debe transmitir el tacto de sus materiales deben estar acompañadas de un propulsor a la altura de las circunstancias.

Por ese motivo, en Bentley confían una vez más en el bloque de ocho cilindros en V que durante 50 años tantas satisfacciones le ha dado a la centenaria marca en modelos como el Arnage, el Azure, el Brooklands, el Turbo R o el S2 Continental, así como en el Mulsanne original.

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El nuevo Mulsanne, sin embargo, contará con una última evolución del V8 montado a mano en Crewe, cuya cilindrada de 6 ¾ litros cuenta con el inestimable apoyo de un doble turbocompresor para alcanzar 512 CV de potencia y nada menos que 1020 Nm de par.

Este propulsor ha sido dotado para la ocasión con un sistema de distribución variable y otro de control de alzado de las válvulas, gracias al cual se logra una curva de par más homogénea a la vez que se reducen en un 15% el consumo y las emisiones.

Además, estos sistemas permiten que, a velocidades de crucero, mantengan cerradas las válvulas de 4 de los ocho cilindros, para optimizar el máximo el consumo de combustible.

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Las principales piezas móviles del motor han sido sustituidas por otras de nuevo diseño y composición. Ahora, elementos como los pistones, bielas y el cigüeñal forjado son más ligeros, con lo que se ha reducido la masa y la fricción interna.

La transmisión automática de 8 velocidades también contribuye a mejorar la respuesta del nuevo Bentley Mulsanne, que ahora realiza los cambios de marcha más rápidamente y es capaz de alcanzar los 100 km/h desde parado en 5,3 segundos.

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El proceso de construcción a mano de cada uno de los motores V8 implica unas 30 horas de trabajo, tras el cual el operario responsable le adhiere una placa firmada que demuestra su compromiso para lograr el mejor grado de ajuste posible.

De hecho, tras el montaje se somete al Mulsanne V8 a un ciclo de pruebas de 80 minutos de duración, un proceso que alterna regímenes desde el ralentí hasta el punto de velocidad máxima, sometiendo incluso al motor a diferentes cargas para simular condiciones de conducción reales.

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