

Respecto al motor que sustituye, se ha incrementado su altura para albergar una carrera más larga ahora cuenta con cadena de distribución de doble eslabón. El cigüeñal, de acero forjado, mantiene el mismo peso a pesar de su mayor tamaño gracias a un diseño optimizado, de igual manera que las cámaras de combustión, que reciben la visita de pistones de aluminio conectados al cigüeñal mediante bielas de acero.
Range Rover habla de mejoras en las juntas de culata que reducen el ruido y en los calentadores, ahora cerámicos en lugar de metálicos, que permiten un funcionamiento normalizado del motor desde el arranque, incluso en temperaturas hasta -30ºC, pero lo que de verdad llama la atención del nuevo V8 es el sistema de turbocompresores secuenciales paralelos que equipa. El concepto es calcado al del LR-TDV6 3,0 litros que estrenó el Land Rover Discovery 4 a principios de este año.


También el sistema de inyección common-rail se inspira en el del V6 de Land Rover, capaz de trabajar a presiones de hasta 2.000 bares. Los inyectores, piezoeléctricos, tienen en el caso del todoterreno de lujo ocho orificios en lugar de siete, con lo que la pulverización es mayor y se mejora la combustión.
Este nuevo motor tiene acoplada una nueva caja de cambios automática de 8 velocidades firmada por el especialista alemán ZF. Denominada 8HP70, se distingue de la anterior ZF 6HP28 de la anterior generación no sólo por el número de relaciones, sino también por la cantidad de par que es capaz de soportar. Además, al contar con 8 marchas, se ha podido montar un grupo más largo y, por el contrario, con menor distancia entre ellas, con lo que se mejoran tanto los consumos como las prestaciones.


A modo de curiosidad, también cabe destacar el nuevo mando giratorio que sustituye al sistema CommandShift para modificar las diferentes posiciones de la caja de cambios, desde la de aparcamiento o marcha atrás hasta la Sport.




