Prueba realizada por Gaby Esono
Una de las cosas que más me llamaron la atención cuando empezó el goteo de noticias acerca de la tercera generación del Mazda6 es que, si hacías una lectura en diagonal de las mismas, se trataba de una propuesta muy poco original en comparación con sus predecesores.

Lo que ocurre es que no es lo mismo hacer esto una vez que repetirlo una segunda. Y mejorarlo una tercera ni te cuento.
Porque ésa es la impresión que me causó el nuevo Mazda6 cuando lo vi el pasado fin de semana, en la presentación que la marca organizó para sus concesionarios y clientes en el Hotel Meliá Golf Vichy Catalán, una “fiesta privada” en la que pude colarme gracias a Linkcar, su representante en Sant Boi de Llobregat.

Sea como sea, se trata de un automóvil que, al menos en su variante de cuatro puertas, calcada del concept Takeri, entra por la vista, más incluso de lo que lo hace el Mazda CX-5, primer ejemplo de esta filosofía.
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Por eso asocio a este coche un comportamiento muy dinámico que, sin convertirlo en un vehículo incómodo, se encuentra más en su salsa cuanto más revirado es el tramo.
Con esta nueva generación, en el que ha implementado profusamente la filosofía Skyactiv en el desarrollo del chasis, carrocería, motores y transmisiones, se ha tratado de mejorar su agilidad y, al mismo tiempo, lograr un mayor aprovechamiento del combustible.

Y es que su sonido, que no sugiere en absoluto que se trate de un diésel, resulta un estímulo comparable a su capacidad de seguir empujando más allá de las 4.500 rpm en las que tiene establecida la potencia máxima. De hecho, la velocidad que alcanza en 4ª cuando superas las 5.000 rpm (de verdad que las supera…) sugiere que a poco que seas cuidadoso con el acelerador y practiques una conducción eficiente, a velocidades legales será posible rondar los valores de consumo oficiales.

El guiado de las ruedas delanteras es ejemplar, mientras que las traseras acompañan sin rechistar cuando se trata de jugar con los cambios de peso. Sin llegar a ser un comportamiento de deportivo, porque con una distancia entre ejes de 2.830 mm (2.750 mm el familiar) no se puede pretender tener un kart entre manos, sí permite desplazarte con él con una alegría poco habitual entre los coches de su segmento, siempre contenida, eso sí, por un control de estabilidad bien tarado y poco intrusivo.
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Plásticos de tacto blando pero firme se combinan con unos buenos ajustes, aunque el diseño del conjunto se ve penalizado por un display central que resta homogeneidad al conjunto.
El incremento de dimensiones de este Mazda6 respecto a su predecesor, que medía 10 cm menos, ha tenido una repercusión diferente en función de la carrocería.

En el familiar, en cambio, se ha optado por incrementar el voladizo posterior, con lo que el volumen del maletero llega a los 522 litros, apenas 3 litros más que el anterior SW, pero bastantes más que los 489 litros con los que cuenta la berlina, cuya boca de carga es además pequeña y muy elevada. No es, sin embargo, una cifra modesta si la comparamos con los 460 litros que declara SEAT para el Exeo.
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Hay, asimismo, dos niveles de acabado: el Style incorpora de serie climatizador bizona, control de crucero, radio-CD con Bluetooth, llantas de aleación de 17 pulgadas, el asistente de frenada en ciudad o el freno regenerativo i-ELOOP (desconecta el alternador en las aceleraciones y recarga la batería al frenar, salvo en el gasolina de 145 CV).
| Versiones | P.V.P. |
| Mazda6 Sedán/Wagon 2.0 l. 145 CV MT Style | 27.180€ |
| Mazda6 Sedán/Wagon 2.5 l. 192 CV AT Luxury | 36.000€ |
| Mazda6 Sedán/Wagon 2.2 l. 150 CV MT Style | 29.430€ |
| Mazda6 Sedán/Wagon 2.2 l. 150 CV AT Style | 31.430€ |
| Mazda6 Sedán/Wagon 2.2 l. 150 CV MT Luxury | 32.980€ |
| Mazda6 Sedán/Wagon 2.2 l. 150 CV AT Luxury | 34.980€ |
| Mazda6 Sedán/Wagon 2.2 l. 175 CV AT Luxury | 37.630€ |
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