



El maquillaje de guerra, sin embargo, y su altura elevada, dejan claro que con este modelo uno se puede atrever a hacer cosas que con los otros ni se plantea. La tracción total Mini All4, disponible en las versiones de gasolina y diésel más potentes, corrobora lo que promete la estampa del Mini Country, ya que le permite salir airoso de situaciones relativamente complicadas, más dentro que fuera del asfalto.

Las cinco posibilidades mecánicas que Mini ofrece en el nuevo Countryman comparten idéntica cilindrada, 1.598 cc, aunque los 3 motores gasolina tienen unas cotas internas diferentes a los 2 diésel. El Cooper S, como es tradición, ocupa el escalón superior de la gama.



Con este sistema se prescinde de la mariposa de admisión, ya que la entrada de aire en la cámara de combustión es gestionada por la apertura de las válvulas. A la reducción del consumo respecto al anterior motor, que la marca cifra en un 9%, el nuevo añade el incremento de la potencia a los 184 CV a 5.500 rpm (en lugar de los 175 CV de antes). El par máximo es de 240 Nm a 1.600 rpm, aunque en situaciones de máxima exigencia la función ‘overboost’ permite subir puntualmente a los 260 Nm.
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Para el Mini Cooper y el Mini One Countryman, la admisión del propulsor 1.6 es atmosférica, aunque el primero de ellos conserva el sistema de alzado variable de las válvulas, gracias al cual alcanza los 122 CV a 6.000 rpm. En el Mini One, la versión de acceso, la potencia de 98 CV se obtiene a mismo régimen.

Toda la gama Mini Countryman cuenta con cajas de cambio manuales de 6 velocidades, asociadas al sistema denominado Minimalism, que consiste en la inclusión de un dispositivo de recuperación de la energía de frenado, función Auto Start-Stop e indicador de cambio de marcha. Los propulsores gasolina, por su parte, se pueden solicitar opcionalmente con cambio automático de 6 relaciones con levas en el volante.


