

Ahora bien, ¿qué sucede cuando el oficio de tu patrocinador principal no tiene nada que ver con el automóvil? Pues puede ocurrir cualquier cosa. Éste es el caso de Red Bull, que pese a que sus monoplazas de F1 montan el potente y cada vez menos cuestionado motor Renault RS27, ha permitido al alemán Sebastian Vettel, su reconocido piloto número uno, a subirse en un coche de calle que no tiene nada que ver con la gama del constructor francés.

