Baja España-Aragón 2010: las intrahistorias

Gabriel Esono.- Al llegar a la meta, Stéphane Peterhansel estrechó la mano de su copiloto, Jean-Paul Cottret, con alegría pero con la mesura propia de quien está acostumbrado a ganar.

Subieron el coche al podio, se montaron sobre el capó (con mucho cuidado, no fueran a cargarse la frágil fibra de su BMW X3 CC) y descorcharon cada uno una botella de cava Freixenet de las caras, aunque no recuerdo haberles visto probar una gota.

El siguiente en pasar por la tarima de llegada fue Nani Roma. No lo hizo con gusto, pero para entrar en el parque cerrado no había otra que cruzar el escaparate elevado.

Desde luego, su cara de pocos amigos parecía que podía quebrar el parabrisas de su Mitubishi Racing Lancer 2 en cualquier momento.

Roma había sido el segundo más rápido en las pistas de la prueba aragonesa, pero un fallo del copiloto (Pascal Maimon, no olviden este nombre) el primer día, que les hizo entrar en el parque de asistencia 41 minutos antes de tiempo, condicionó el resultado final.

La sanción de 41 minutos que les impusieron les privó de luchar por la victoria y, aunque remontaron desde la última posición a la sexta, eso sólo puso de manifiesto que se trataba de uno de los 7 pilotos punteros, es decir, con prioridad FIA y con opciones reales de alzarse con el primer puesto.

Al salir del coche, su mal humor tras tres días de competición era más que evidente y no quería ni mirar a Maimon. Lo primero que hizo fue saludar a su amigo y rival Peterhansel con quien, por cierto, comparte representante (esto dará que hablar en los próximos meses).

En cualquier caso, frente a los micrófonos y las cámaras Roma, fue cordial y atento, aunque completamente franco y no se andó con medias tintas: «En toda mi vida como piloto de coches, nunca he hablado de lo que ocurre en el equipo, porque fallos cometemos todos», aseguraba, «pero hay cosas muy básicas que no se pueden consentir». Desde luego, se refería, una vez más, a Pascal Maimon, un experimentado copiloto de 50 años que probablemente cobró su sueldo íntegro a pesar de su despiste.

En la obligada rueda de prensa que dan el trío del podio estuvimos apenas cinco o seis medios, del centenar acreditado. Quizá fuera porque ninguno de los que se subieron al cajón hablaba español y, de hecho, el ruso Leonid Novitskiy ni siquiera se expresaba en inglés y necesitó un traductor para que entendiéramos lo que decía. Aunque aseguró que estaba contento, su expresividad era la propia que se puede esperar de un personaje estepario.

Justo lo contrario del tercer clasificado, un polaco de nombre impronunciable, Krzysztof Holowczyg, que estaba más que feliz por haber logrado dicha posición con su Nissan Navara. Igual que Peterhansel, aseguró que le había encantado el recorrido de la prueba, muy técnico y exigente con los pilotos y las monturas. A la vez que declaraba esto, miraba con cierta sorna a sus dos rivales de BMW X-Raid para, a continuación, acercarse al micro y decir: «necesito un coche más rápido».

No contento con las risas que despertó entre los presentes, amenazó a la competencia con un «tengo un plan para conseguirlo». En cualquier caso, se mostraba satisfecho por haber conseguido unos buenos puntos para la Copa del Mundo TT.

La televisón manda

Uno de los atractivos para el gran público era la presencia en la prueba del televisivo aventurero Jesús Calleja, un personaje que se ha hecho muy popular por la peculiar forma que tiene de describir sus peripecias alrededor del mundo en el programa Desafío Extremo, del canal de televisión Cuatro. Inscrito en el equipo Toyota Cooper Tires, disputó la prueba junto Fernando López, uno de sus colaboradores en el programa, a bordo de un Toyota Hilux, con el que lograron la 18ª posición final, de un total de 67 inscritos, lo cual no deja de tener mucho mérito, sobre todo si tenemos en cuenta que su conducción, más que pilotaje, fue bastante conservadora.

Calleja había llegado a disputar la Baja Aragón en moto hace años, pero su experiencia como piloto sobre cuatro ruedas era nula. Pese a ello, aceptó gustoso la invitación para disputar la prueba y, de hecho, la misma organización se encargó de difundir la noticia, consciente del poder mediático que despertaba su presencia. Su intención, sin embargo, más que competir, que también, era la de ponerse a prueba y medir su capacidad para disputar competiciones de mayor exigencia, de ahí que no sería extraño verle en la lista de inscritos del próximo Dakar.

En el parque de asistencia, Calleja fue, de lejos, el que más atención recibió, con una nube de aficionados (no necesariamente al motor) que le rodeaban, esperando a hacerse una foto con él o que les firmara un autógrafo mientras compadreaba con Nico Abad, reportero de deportes de Cuatro.

Precisamente pudo verse al reportero junto al anónimo cámara paseándose por algunos tramos, luciendo palmito, bronceado y camiseta del mundial de Suráfrica, mientras recogía declaraciones del público que esperaba pacientemente el paso de los coches.

Al respecto es de agradecer el reconocimiento de los pilotos, especialmente Nani Roma, que agradeció la nutrida asistencia de gente durante todo el recorrido, aunque lo cierto es que ha habido ediciones de la Baja más concurridas que la de 2010. En cualquier caso, el nivel de la organización ha estado muy acorde con lo que se espera de una prueba que lleva disputándose nada menos que 27 años, toda una vida.