


Sin llegar a ser lo que se dice un peso pluma, lo cierto es que los 525 CV a 8.000 rpm y los 530 Nm del motor 5.2 V10 FSI pueden con ellos sin esfuerzo aparente. Una velocidad máxima de 313 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 4,1 segundos así lo atestiguan. Y si, encima, se opta por el cambio secuencial de 6 relaciones R-Tronic, la sensación de poderío en las arrancadas se multiplica, gracias a la función Launch Control que incorpora, un sistema que en el Coupé también está disponible con la caja convencional.

Los que tengan más intención de pilotarlo que de conducirlo (aunque Audi ha procurado que también sea satisfactorio en ese sentido) pueden solicitar los discos cerámicos perforados, opcionales por 11.200 €, en lugar de los discos de acero autoventilados, de 365 mm de diámetro y pinzas de 8 pistones delante, y 356 mm y pinzas de 4 pistones detrás que vienen de fábrica.
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Las vistosas llantas de 19″ aseguran una correcta ventilación de los mismos y, de paso, demostrarán claramente las intenciones del propietario, sobre todo porque las pinzas que acompañan los discos «pata negra» (monobloque de 6 pistones delante y flotantes detrás) van pintadas en color gris antracita.

Pese a que todos los detalles de este coche están pensados para desarrollar una conducción al límite -y vaya límite, todo sea dicho-, incluir ciertos detalles de lujo y confort era necesario para considerar al R8 Spyder un Audi en toda regla. Cuero y aluminio por doquier, asientos y pedalier deportivos, así como multitud de posibilidades de personalización harán que el propietario de un Audi R8 Spyder 5.2 FSI quattro sienta que está conduciendo un ejemplar único. Eso sí, a cambio tendrá que desembolsar un importe mínimo de 175.100 €, que ascienden a 183.220 € para las unidades equipadas con el cambio R-Tronic.
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