

Los cambios en su voluminosa zaga son más sutiles, con leves retoques de matiz en el portón, que ahora tiene una moldura cromada encima del león, mientras que las letras Peugeot están en el centro, debajo de la figura de la marca, cuando antes estaban a la izquierda.

Normalmente este tipo de modificaciones suelen servir para mostrar otras de mayor calado pero menos evidentes. En este caso, Peugeot ha aprovechado para incorporar a su compacto las tecnologías de las que lleva hablando en los últimos meses y que hace escasos días ha estrenado comercialmente el Peugeot 508.

Este sistema, desarrollado conjuntamente con el fabricante de componentes Valeo, basa su funcionamiento en un alternador reversible que, además de proveer de electricidad al circuito, hace las veces de motor de arranque.

La oferta mecánica, en lo que se refiere a bloques diésel HDi, se completa con el 1.6 HDi de 92 CV con cambio manual de 5 relaciones, mientras que por encima aparece el tetracilíndrico de 1.997 cc para los 2.0 HDi, uno de 150 CV y cambio manual y otro de 163 CV.
Esta última variante será automática obligatoriamente para la berlina y para la carrocería familiar, el SW, mientras que en el descapotable CC se podrá escoger entre manual y automático.


Más que la variante de 156 CV, cuya anterior versión nos dejó un buen sabor de boca tanto en la prueba del Peugeot 308 como en la del Citroën C4 Picasso, la que realmente ejerce de versión prestacional es 1.6 THP de 200 CV. Este propulsor es novedad relativa, porque ya estuvo presente en el anterior Peugeot 308 GTi, aunque en nuestro país sólo estuvo disponible bajo del capó del 308 CC.