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Hasta ahora, el primer modelo de calle de Porsche con un nivel de emisiones de CO2 relativamente contenido había sido el Cayenne diésel. Este modelo, sin embargo, respondía más al ánimo de la marca de Stuttgart de abrir el espectro de clientes potenciales que el de cumplir tal normativa.


El downsizing según Porsche


Desaparecido del catálogo de la marca germana desde que finalizara la producción del Porsche 968, la necesidad de aplicar la filosofía downsizing podría significar también la llegada de bloques tetracilíndricos nada menos que al 911. Así lo afirma Duerheimer, a quien no le importa decir en voz alta que «si las normativas de CO2 lo requieren, entonces nuestros motores serán más pequeños y tendrán sólo cuatro cilindros». «Lo importante es que la potencia tiene que ser correcta», continúa, para concluir que «el 911 siempre tiene que estar al límite».

Paralelamente al trabajo realizado en los grupos propulsores, el peso será otro de los aspectos en los que se va a poner el acento. El objetivo de Porsche es mantener la masa constante con cada nueva generación de sus modelos, incluyendo los nuevos equipamientos de seguridad y confort.

Lo que Duerheimer no acepta es que se diga que el lanzamiento del nuevo Cajun, el SUV que Porsche colocará por debajo del Cayenne, vaya a servir para rebajar su media de emisiones. Teniendo en cuenta el éxito de modelos como el BMW X3, el Mercedes-Benz GLK o el Audi Q5, habrá que creer al técnico alemán cuando asegura que la intención de Porsche es ganar nuevos clientes.


