





Fue entonces cuando el piloto Andy Wallace se montó en el prototipo XP5 -que por aquel entonces ya llevaba más de 72.000 km de test a sus espaldas- y en Ehra-Lessien (Alemania) el V12 lo impulsó hasta los 386 km/h, una marca que lo mantiene 12 años después como el coche de producción con motor aspirado más rápido de la historia.