- Renault Mégane ©Renault
Gaby Esono – El segmento de los compactos es uno de los que mayor aceptación tienen en los mercados europeos, junto con el de las berlinas medias. Esto resulta especialmente cierto en nuestro país, donde tradicionalmente modelos como el Renault Mégane, Ford Focus o Citroën C4 se encuentran entre los más vendidos.
Existen varias razones que explican esta circunstancia, aunque en realidad se pueden resumir en una sola frase: en ningún otro segmento se ofrece al cliente un equilibrio tan ajustado entre tamaño, habitabilidad, equipamiento, prestaciones y, por encima de todo, precio.
En los últimos años, los denominados «cuatro metros» se han sumado a la tendencia de los fabricantes de diseñar coches cada vez más grandes. De hecho, aunque ya no se les suela denominar de esa manera, cuando se acude a esa expresión lo primero que suele venir a la cabeza es un SEAT León, un Volkswagen Golf o un Peugeot 308, por citar otros de los modelos más populares.
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Las marcas suelen equivocarse poco a la hora de planificar su gama, de forma que si la inmensa mayoría de ellas ofrecen una alternativa para competir en este segmento, por algo será.
De hecho, cuando un constructor no europeo trata de incrementar su cuota de mercado aquí, los primeros coches que suele traer son precisamente modelos de este tamaño. Lo hizo Nissan con el Sunny y después con el Almera; Toyota con el Corolla, ahora Auris; Honda siempre tiene a mano al sempiterno y cambiante Honda Civic; y no hay que olvidarse del Mazda3, heredero del también heterodoxo 323.
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Pero eso era antes, porque los últimos en llegar ya no vienen de Japón y ni siquiera de Corea del Sur, como el Kia Cee’d y su hermano gemelo, el Hyundai i30. Éstos, por cierto, han experimentado un salto de calidad muy significativo respecto a los modelos a los que sustituyeron.
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Los recién llegados llevan sello americano, aunque su origen sea diverso. El Chevrolet Lacetti aún se vende como Daewoo en su Corea natal, mientras que el espectacular Dodge Caliber nada entre varios conceptos. En ambos se nota, no obstante, que están dirigidos a un público menos exigente que el europeo.
