Prueba Nissan Cube 1.6 Limited Edition: un oasis en la ciudad

Prueba realizada por Roger Escriche

No es un súperdeportivo, esto es evidente, pero si tenemos en cuenta el número de miradas que es capaz de atraer cuando circula por la ciudad puede que al final lleguemos a confundirnos. El Nissan Cube es de esos coches que no dejan indiferente a nadie que tenga ojos en la cara, y esto hay que tomarlo de entrada como una virtud.

En Japón es, desde su aparición hace siete años, un auténtico icono del diseño. En épocas de tibieza impuesta por los departamentos de marketing, hay que reconocerle a Nissan el arrojo de sacar al mercado un modelo de los que sólo puedes odiar o amar. No hay término medio. Pero lo cierto es que la jugada le funcionó más que bien en el país del sol naciente, y ahora la firma nipona quiere repetir la misma operación en Europa, un mercado mucho más conservador y tan acérrimo de lo europeo. Si el experimento funcionará o no, pues el tiempo lo dirá. O las ventas. O ambos.

Para dar un repaso a sus rivales primero tenemos que obviar que, estéticamente, el Cube no tiene competencia, y este es uno de sus argumentos de compra más poderosos, si no el que más. El Cube es de esos coches que hablan de su propietario, que nos dicen lo divertido y moderno que es.

Pero el Nissan Cube también es un monovolumen de cuatro metros. Si nos quedamos sólo con esto, en el mercado hay ofertas bastante potentes como el reciente Opel Meriva, el Citroën C3 Picasso que ya probamos, el Skoda Roomster, el Kia Soul, el Renault Modus o el propio Nissan Note. La mayoría de ellos cuentan con muchas más opciones mecánicas que el Cube, tanta modularidad interior y sus precios arrancan desde más abajo, pero sus apuestas estéticas, que en este segmento son de las consideradas atrevidas, palidecen al lado del cubo japonés.

Entre las muchas cosas que hacen del Nissan Cube un coche especial, los responsables de su desembarco en Europa llegaron a la conclusión de que no debían estar sus motores. Más al contrario: el cubo debía contar una oferta muy sencilla que constara de sólo dos opciones, un 1.5 dCi turbodiésel de origen Renault con inyección directa common-rail y 110 CV y la versión que nos ocupa, un 1.6 litros de gasolina y también 110 CV.

Este más que conocido propulsor está construido en aluminio y cuenta con una culata de 4 válvulas por cilindro, control variable de apertura de las válvulas y admisión variable. Entrega sus 110 CV a 6.000 rpm, aunque con la tranquilidad que transmite el coche es muy poco probable que el conductor tipo del Cube se dedique a apurar las marchas para buscar 10 o 12 CV más y quemar gasolina inútilmente. No hace falta.

En resumidas cuentas. El propulsor nos ofrece lo necesario para movernos con soltura entre el tráfico urbano y realizar salidas fuera de la ciudad sin que la precaria aerodinámica del vehículo penalice en exceso la velocidad.

Lo que no se escapará de la ecuación es el consumo, leyes de la física mandan: menos eficiencia aerodinámica significa mayor gasto de combustible aquí y en Japón. Con todo, el consumo del Nissan Cube entra dentro de lo previsible, ni mucho ni poco. Oficialmente emite 151 gr/km de CO2 a la atmósfera y consume de media 6,6 l/100 km.

El motor está asociado de serie con una caja de cambios manual de 5 velocidades, aunque está disponible como opción la transmisión X-tronic CVT de variador continuo. Si bien el cambio manual no es una maravilla en cuanto a tacto, cuenta con unas relaciones muy apropiadas para desplazarse por el tráfico urbano.

Respecto a la anterior generación comercializada únicamente en Japón, el Cube europeo ha ganado nada menos que 17 cm de distancia entre ejes y 25 cm de longitud con el objetivo de conseguir una mayor calidad de rodadura, además de más espacio en el interior.

Todo ello se complementa con un sencillo esquema de suspensiones muy enfocado a la comodidad, con un eje de torsión trasero cuya principal virtud es dejar todavía más espacio libre en el habitáculo. El resultado es una tranquilidad absoluta y un gran confort de marcha acentuado por un interior de los que no dejan indiferente, como veremos.

Uno de los requisitos básicos para traer el Cube a Europa fue que conservara la carrocería asimétrica, uno de sus rasgos distintivos más importantes. Puede parecer un detalle nimio, pero no lo es en absoluto si tenemos en cuenta que en Japón en volante se sitúa exactamente en el lado opuesto que en Europa, y por lo tanto la decisión conlleva unas complicaciones productivas importantes.

El objeto de una carrocería asimétrica es ganar en visibilidad para facilitar las maniobras de aparcamiento en paralelo, y esto se consigue sólo en parte. La visibilidad trasera no es una de las mayores virtudes del Cube, y aunque la carrocería asimétrica consigue limpiar un poco el campo de visión hacia la derecha, la tendencia natural será a recurrir a los retrovisores laterales, que sí ofrecen un campo de visión muy bueno.

Tampoco es una virtud del Cube la eficiencia aerodinámica, salta a la vista. El resultado es que en carretera abierta y a velocidades elevadas aparecerá ruido aerodinámico.

Todos los problemas derivados de la carrocería del Cube se olvidan de un plumazo en cuanto se accede al interior del vehículo. En ese momento nos damos cuenta que la estética exterior del vehículo es sólo la mitad de la guinda del pastel. A partir de ahora cuidado, porque entramos en un mundo de color y fantasía sin igual.

©Cochesafondo

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Lo primero que salta a la vista del interior son unos auténticos sofás con todas las letras, con un tapizado de la mayor calidez, envolventes y muy confortables. Si en lugar del parabrisas colocáramos una pantalla de 40 pulgadas, el Cube sería el lugar propicio para tragarse entera la versión extendida de cualquier trilogía.

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Para colmo, disponemos ni más ni menos que de seis posavasos repartidos estratégicamente por todo el habitáculo. Sólo falta la máquina de palomitas en el maletero. La banqueta trasera, que está algo más elevada que las butacas delanteras, tiene tres posiciones de ajuste del respaldo y también se puede mover longitudinalmente.

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La carrocería totalmente cuadrada (o cúbica, para ser más exactos) no sólo sirve para que nos miren cuando circulamos por la calle: permite disponer de un espacio interior enorme, reforzado por esa luz cálida y tamizada que entra a través de la cortina del techo de cristal. Hay espacio a disponible por encima de la cabeza, para las piernas de todos los ocupantes y para los brazos. Si el motor fuera un poco más silencioso, podríamos detenernos en cualquier semáforo y hacer pagar entrada a los transeúntes para que se relajaran un rato.

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El portón del maletero, que se abre lateralmente como el de una nevera y tiene tres posiciones fijas es apropiado en algunas circunstancias y no tanto en otras, depende de lo que haya detrás del coche. Si lo que hay es una pared y está muy cerca, nos será bastante difícil acceder al pequeño maletero de 255 litros, que pueden pasar a 403 litros con la banqueta deslizada hacia adelante.

Para finalizar: los cubitos que pueden verse en la carrocería no son una broma, sino que forman parte de la colección de gráficos autoadhesivos a disposición de los clientes más atrevidos. Un simple detalle que resume perfectamente la filosofía de esta auténtica rareza del asfalto.

El Cube es un monovolumen con el que seremos casi inmunes a los nervios que circulan por las calles de la ciudad. ¿Un atasco? Tranquilos, tengo un sofá y seis posavasos. Para tomarse las cosas con otro ritmo, en definitiva.

La oferta del Cube cuenta con un sólo el nivel de acabado, denominado Tekna, dos paquetes de equipamiento (Urban y Premium) y la serie Limited Edition. La mayor parte del equipamiento viene directamente de serie: ESP, regulador/limitador de velocidad, faros antiniebla, aire acondicionado, seis airbags, elevalunas eléctricos, techo panorámico, radio-CD lector de MP3 y bluetooth.

La serie Limited Edition, disponible por 18.680 € , incluye elementos como el sensor de lluvia, la maravillosa y aterciopelada tapicería Lounge Brown, el volante de piel ajustable, los cristales tintados, el climatizador automático, el todavía más maravilloso techo solar Shoji, el control de crucero y las fijaciones Isofix en las plazas traseras. También está disponible la transmisión por variador continuo, pagando 1.000 € más.

Algunas personas a las que les gustan los coches suelen tener conversaciones sobre coches. Hasta aquí nada raro. Lo insólito es cuando alguien a quien los coches le importan lo mismo que a mí la halterofilia siente la necesidad de hablar de coches.

Pues bien. El Nissan Cube es el coche perfecto para despertar este tipo de conversaciones entre personas cuya visión sobre los coches se limita al hecho que tienen ruedas y volante. Simplemente lo aparcas allí y surge la conversación. Una conversación que se torna en debate acalorado cuando se mencionan las tres ideas que, según Nissan, pasaron por la cabeza a los diseñadores del Cube: un bar, un bulldog con gafas y Jennifer López.

Lo del bar se supera pronto en cuanto se han catado los asientos y se han visto los posavasos. El bulldog… ¿un bulldog? Yo pienso más en un sapo… Ah, pues yo en un ciervo con gafas de buceo y comiendo limones. Pero, ey, un momento… ¿y Jennifer López? ¿Qué tiene que ver Jennifer López con todo esto?

No sé, pero… ¿te has fijado en el tamaño de la parte trasera?