Mercedes-Benz Clase G: regeneración del incombustible

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¿Qué necesita un todoterreno de verdad para ser considerado como tal? ¿Rigidez extrema del chasis, mejor si se confía a largueros y travesaños? ¿Transmisión a las cuatro ruedas, con reductora y bloqueo de diferenciales, mejor dos que uno y, ya que estamos, mejor tres que dos? ¿Motores que prefieran el par en baja a la potencia en alta?

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Coches que respondan afirmativamente a estas preguntas todavía quedan unos pocos, pero la lista se queda en solo uno cuando se busca el que tiene una trayectoria más longeva.

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El Clase G, que nació en 1979 como un 4×4 casi extremo, tal y como en aquella época se entendía que debía ser este tipo de automóviles, se ha ido convirtiendo con el tiempo en uno más de la familia Mercedes, que por norma se ha caracterizado por el trato tirando a exquisito a sus ocupantes.

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No nos confundamos: tal y como sugieren sus formas, prácticamente invariadas desde que fue creado, este todoterreno continúa siendo fiel a los patrones que han hecho de él el duro entre los duros. Ahora, sin embargo, es tan normal verlo en una pista escarpada cual cabra montesa, como presidiendo con su robusta figura la entrada del parking de un restaurante de 5 tenedores. Mejor si es plateado.

Y es que 33 años en el mercado dan para mucho y en este tiempo la marca de la estrella no ha dejado de evolucionar este modelo, que con este restyling, disponible en Europa a partir de junio de 2012, ve renovado por completo su interior.

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El panel de instrumentos y la consola central han sido rediseñados por completo para dar cabina a los nuevos sistemas de información y entretenimiento de la marca, como el sistema Comand Online, navegador con funciones adicionales off-road y, por supuesto, mantiene los interruptores de bloqueo de los tres diferenciales o el asa frontal para el acompañante. Otras de las funciones incorporadas al catálogo de opciones del nuevo Mercedes-Benz Clase G son el regulador activo de velocidad Distronic Plus, el asistente de ángulo muerto o la ayuda al aparcamiento Parktronic con cámara trasera.

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La gama de motores está compuesta por cuatro motores, un diésel y tres de gasolina. El primero de ellos es también el de acceso a la gama y, a priori, se postula también como el más adecuado para una conducción fuera del asfalto. Se trata del 3.0 V6 del G 350 BlueTEC, que con 211 CV de potencia a 3.400 rpm y, sobre todo, 540 Nm de par entre las 1.600 y 2.400 rpm, debería ofrecer una respuesta suficiente para salir de cualquier atolladero.

 

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Si, además, se busca un mayor refinamiento, la alternativa viene de la mano del G 500, disponible con carrocería y cabriolet, y cuyo motor V8 de 5.461 cc de capacidad entrega 388 CV y 530 Nm entre 2.800 y 4.800 rpm. Ambos propulsores utilizan la caja de cambios automática 7G-Tronic Plus.

Como es costumbre, AMG se ha encargado de desarrollar las versiones más potentes de la gama. El G 63 AMG estrena el bloque 5.5 V8 biturbo de 544 CV, con sistema ECO start/stop de serie, mientras que para el G 65 AMG se ha reservado el motor 6.0 V12 biturbo de 612 CV.

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