Las 10 peores formas de ahorrar combustible

Una de las principales preocupaciones de la mayoría de los conductores es el gasto de combustible. Ahora bien, no todo vale para ahorrar esos céntimos por kilómetro que, al cabo del año, pueden sumar un buen pico.

©Cochesafondo

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A pesar de que los automóviles actuales son sensiblemente más eficientes que los de hace apenas una o dos generaciones atrás, conviene tener en cuenta una serie de aspectos para poder sacar provecho de las nuevas tecnologías que incorporan, y desterrar asimismo costumbres arraigadas y que, en muchas ocasiones, no sólo no suponen un ahorro de combustible, sino que además pueden poner en grave peligro tanto la fiabilidad del motor -y obligarte así a llamar a la Mutua Madrileña para que te lo vengan a buscar-, como la seguridad, con el dinero que la DGT se gasta en anuncios.

Aquí tienes diez cosas que nunca has de hacer para ahorrar combustible al conducir.

  • Repostar mientras se están llenando los depósitos de la gasolinera.
    • Con los años, los depósitos de la gasolinera acumulan gran cantidad de suciedad que se posa en el fondo. Cuando el camión de la petrolera los rellena, se remueven dichos residuos, que se mantienen en suspensión durante un tiempo. Así, cuando repostamos, a pesar de los filtros del circuito de la gasolinera, parte de esos restos pueden acabar llegando al depósito de nuestro vehículo.
  • Apurar el depósito de combustible.
    • Muchos conductores tienen la costumbre de apurar el depósito hasta mucho después de que se haya encendido la luz de la reserva. Se trata de un grave error, porque de esa manera la concentración en el combustible de los posos de suciedad acumulados es mayor, y por tanto pasarán más residuos al circuito de alimentación. Desde el filtro de combustible a los inyectores, la aparición de sustancias extrañas perjudica seriamente el rendimiento del motor, y su reparación muy costosa.
  • Inflar en exceso los neumáticos.
    • Unos neumáticos con una presión excesiva presentan varios inconvenientes graves. Por una parte, se reduce la superficie de la banda de rodadura en contacto con el asfalto, lo que representa una adherencia menor. Por la otra, se reduce la capacidad de la rueda para amortiguar las irregularidades del asfalto, lo que redunda en una pérdida de confort y de control del vehículo.
  • Conducir demasiado en marchas largas.
    • Una de las premisas básicas para gastar menos combustible al conducir es circular en marchas largas para que el motor vaya poco revolucionado. Esta norma, sin embargo, debe contemplar aspectos como la carga del vehículo, la velocidad a la que circulamos o, sobre todo, la orografía. Empeñarse en subir un desnivel a bajo régimen pisando a fondo el acelerador durante varios kilómetros no sólo dispara el consumo, sino que también supone un severo castigo para el motor, que sufre un sobrecalentamiento de su parte superior que podría derivar en una deformación de la culata.
  • Poner punto muerto o apagar el motor en los descensos.
    • El motor es uno de los principales elementos de control al conducir, que no sólo sirve para acelerar, sino también para frenar. Al poner punto muerto, estamos desconectando la unión del motor con las ruedas, con lo que perdemos parte del control del coche y ni siquiera estamos ahorrando combustible, porque el motor se mantiene al ralentí. Detener el motor del todo es mucho peor, porque entonces en la mayoría de los vehículos perderemos incluso asistencia de la dirección y de los frenos.
  • Reducir en exceso el uso de la climatización.
    • Racionalizar el uso de los accesorios eléctricos del coche, como el aire acondicionado, no es sinónimo de anulación de los mismos. Al generar un ambiente de mayor confort en el habitáculo, la climatización aporta una mayor seguridad para el conductor, y es más eficiente y eficaz que tener las ventanillas bajadas.
  • Permanecer parado hasta que el motor alcanza la temperatura de funcionamiento.
    • En frío, el motor consume más que cuando está en su temperatura adecuada. La forma más rápida de alcanzar dicha temperatura es circulando, porque así se obliga al motor a hacer un esfuerzo. Si esperamos en parado, ya sea al ralentí o dando acelerones, tarda más en subir de temperatura y malgasta un combustible que se podría haber utilizado para desplazarse.
  • Montar unos neumáticos más estrechos que los homologados.
    • A menor sección de neumático con el mismo diámetro, menor rozamiento y, por lo tanto, menos esfuerzo. Pero es primordial ceñirse a las medidas establecidas por el fabricante del vehículo en su homologación. De lo contrario, las reacciones al circular son impredecibles y, por lo general, mucho peores que las del coche tal como viene de serie. Es uno de los puntos a los que se presta más atención en la ITV.
  • Eliminar componentes importantes del vehículo.
    • Sea para aligerar peso o para, supuestamente, mejorar el rendimiento, no resulta conveniente eliminar determinados componentes como, por ejemplo, el catalizador. Los motores modernos están concebidos con estándares muy precisos en los que la electrónica juega un papel fundamental. Cualquier modificación puede afectar al funcionamiento de los sensores del motor, que enviarían a la centralita informaciones erróneas y potencialmente perjudiciales para las prestaciones y la fiabilidad.
  • Apagar y arrancar el motor con demasiada frecuencia.
    • El sistema Stop&Start es uno de los avances en materia de eficiencia más evidentes para el conductor. Una centralita electrónica para el motor cuando detecta que el vehículo está detenido, por ejemplo ante un semáforo en rojo, y lo vuelve a arrancar cuando el conductor se dispone a iniciar la marcha de nuevo. En estos motores, todos los componentes, en especial la batería, el alternador y el motor de arranque, han sido concebidos para adaptarse a las nuevas exigencias, algo que no sucede en las mecánicas convencionales. Por ese motivo no conviene emular el funcionamiento del Stop&Start salvo en paradas en las que se prevé que se va a estar más de un minuto detenido.

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