Prueba Audi A4 1.8 TFSI 160: falsa modestia

 

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Prueba realizada por Gabriel Esono

Cualquier aficionado al motor sabe que cuando se habla de marca premium, hay tres sellos europeos que marcan el ritmo a seguir, aunque en los últimos tiempos Lexus y ahora Infiniti se hayan empeñado en ponerles las cosas un poco más difíciles.

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Históricamente, BMW ha enfocado su producto hacia la deportividad, mientras que lo que normalmente lo que se puede encontrar en Mercedes-Benz es el lujo enfocado desde el punto de vista de la solidez. Lo de Audi, en cambio, es otra cosa.

Los robustos modelos de la firma de los cuatro aros mantuvieron durante algunos años unas formas de estilo conservador que, especialmente en Alemania, su país de origen, tuvieron un público muy definido.

La llegada del primer A4, sustituto de la redondeada gama 80/90, supuso sin embargo un salto estético que, sin perder sus rasgos de identidad, permitieron a la marca de Ingolstadt abordar un mercado mucho más amplio, deseoso de lucir no sólo un emblema prestigioso, sino también unas líneas atractivas y modernas.

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Con esta tercera generación del A4 (o cuarta, si se tiene en cuenta el profundo restyling al que fue sometida la anterior), Audi no sólo certifica el acertado camino de sus diseños, sino que además ha tratado de confirmar que su llamativa estampa guarda una íntima relación con el carácter dinámico que trata de imprimir a sus bastidores.

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Y ello, sin perder de vista el lado tecnológico, en el que la tracción quattro ha pasado a ser sólo una más de sus señas distintivas, complementarias de las inyecciones directas en los diésel TDI y gasolina FSI y TFSI, del uso masivo del aluminio o de sistemas de entretenimiento como el MMI.

Este tipo de avances son necesarios para distinguirse en uno de los segmentos más poblados, el de las berlinas medias, donde los fabricantes generalistas han perdido claramente el pudor.

Basta con ver el ejemplo de SEAT, que para desarrollar el Exeo ha calcado la base del anterior A4, con lo que ahora dispone de su propia berlina con aires de grandeza, el Exeo.

El Volkswagen Passat desde siempre ha sido una alternativa intermedia a las aparentes marcas de lujo, sobre todo con la bonita y cara carrocería CC. Otros modelos como el Ford Mondeo o el Opel Insignia también han presentado sus credenciales a coche de campanillas, mientras que los franceses, Citroën C5, Peugeot 407 y Renault Laguna, aunque tienen una forma diferente de pensar el automóvil, también cuentan tradicionalmente con una buena relación calidad/equipamiento/precio.

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El mundo no se acaba en Europa, y desde Asia llegan desarrollos cada vez más europeizados como la tríada japonesa, el Honda Accord, Mazda 6 y Toyota Avensis, o los irrespetuosos coreanos Hyundai Sonata y Kia Opirus (que llegue pronto el Cadenza, por favor) o el Daewoo venido a Chevrolet Evanda.

Ahora bien, no nos engañemos, porque donde normalmente se suele mirar cuando se compara un Audi A4 es a la Clase C de Mercedes-Benz y a la Serie 3 de BMW. El Lexus IS está perdiendo por momentos su carácter exótico, mientras que la gama S40/V50 de Volvo siempre ha estado ahí.

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