
La marca alemana llevaba compitiendo en La Sarthe desde 1951, y había conseguido victorias de categoría pero no generales. Un año antes se quedaron a sólo 75 metros de la victoria por detrás de uno de los coches más grandes de todos los tiempos, el Ford GT40, pilotado ni más ni menos que por Jacky Ickx.

Conscientes de que la precipitación en los primeros estadios de la carrera podían resultar fatales para la mecánica del coche, Porsche decidió confiar el primer 917 a Hans Herrmann, un piloto que combinaba como pocos velocidad con el sentido común. Junto con Richard Atwood, se encargaron del Porsche 917 en versión corta con el número 23.

La razón de tal descalabro es que carrera fue un auténtico desastre a causa de la lluvia. Aunque afortunadamente para los aficionados al automovilismo, también proporcionó las más bellas imágenes de carreras jamás filmadas para la película de Steve McQueen Le Mans. Buena parte del montaje del filme proviene de las cámaras montadas en un Porsche 908/02 que competía en las mismas condiciones que el resto y terminó la carrera noveno.

Vic Elford se quejaba amargamente de que era imposible adelantar incluso en las largas rectas. Kurt Ahtens equiparó la conducción en Le Mans como ir sentado en un barco, y Hans Herrmann admitió que pilotar en aquellas condiciones le convenció definitivamente que debía colgar el casco fuera cual fuera el resultado de la carrera. Y eso que antes de salir de su casa le había dicho a su mujer que sólo dejaría de competir cuando ganara en Le Mans.

Sólo las manos de Jacky Ickx bajo la lluvia llevaron su Ferrari 512 S hasta la segunda posición sobre la medianoche, pero después se estrelló en la chicane Ford. También estaban los Matra de Jack Brabham y François Cevert, aunque sus V12 volaron por los aires antes de la vuelta 79. Porsche tampoco es que saliera indemne de la catástrofe: el poleman Jo Siffert pulverizó su V12 de 4.9 litros cuando cometió un error con el cambio durante un adelantamiento.

Esta fue la primera de 16 victorias de Porsche en Le Mans. La segunda llegó sólo un año más tarde, con un nuevo Porsche 917 creado sobre un revolucionario chasis de magnesio que se confió a Gijs van Lennep y Helmut Marko. La vuelta rápida de aquella carrera la estableció Jackie Oliver con otro Porsche 917 con una espeluznante velocidad media de 244 km/h, mientras que la versión larga del 917 de Elford y Larrousse fue capaz de alcanzar los 386 km/h en Hunaudières.